Nunca fue la mejor bailarina, jamás logro tener la parte principal del espectáculo, a pesar de llevar más años que cualquier otra, la ruta para ella es difícil. A veces ella se pregunta si las demás tomaran atajos, o si es que acaso ellas se les facilitará el viaje… no lo sabe, ella sigue trabajando más que las otras, sin temor, sin ninguna duda que algún día esos esfuerzos se verán recompensados.
Desde chiquilla su mamita la había metido a ballet después de la escuela, y después del ballet la llevaba a dormir, ella tenía sueños infinitos donde sin falta alguna llenaba cada una de esas noches con nubes de azúcar, ventanas con flores y vestidos color rosa. Una de esas noches ella escucho un fuerte murmullo que la despertó, que no la volvió a dejar dormir con dulces… Ese ruido infernal esa noche la obligó a levantarse. Si se hubiese callado el ruido esa noche, si acaso esa noche hubiera ido a la pijamada de sus amigas, tal vez otra cosa hubiera sido. Si se hubiese callado el ruido esa noche, si acaso esa noche su mamita no le hubiera reclamado a su padre, tal vez otra cosa hubiera sido.
Esa noche caminó hasta la recamara de sus padres, de donde venían esos estruendosos gritos, ella no sabía si se trataba de un sueño más, ella no sabía lo que se encontraría al abrir esas puertas. Simplemente no sabía que estaba haciendo allí, era mágicamente atraída hasta ese lugar, no podía escuchar siquiera la lluvia caer, sólo podía escuchar a su madre gritar. Como saber lo que pasaba a sus escasos 8 años. La oscuridad no le importaba, el miedo desapareció, no existían los mounstros, ni fantasmas, de golpe dejo eso de lado. Esa noche caminó hasta la recamara de sus padres, como si estuviera hipnotizada por esos gritos. Ella abrió esas grandes puertas de madera.
Jamás volvió a ser la misma, dejo semanas de ir a la escuela y al ballet. Su madre no quería que la vieran con un ojo morado, no quería que le hicieran preguntas... aunque sabe que dentro de poco tenía que hacerlo. Preocupada le decía: -Quizás un día despiertes y no haya nadie-. La pequeña no le entendía y solo se dejaba abrazar por su madre.
Pasaron varias semanas y su mamita trataba de convencerla de que no había pasado nada, mientras que el hogar moría día a día. Y ella nunca más falto al ballet, le gustaba olvidarlo todo bailando con sus amigas, empeñada en matar ese recuerdo su madre puntual la entregaba a la maestra cada día.
Un día antes de su primer ‘solista’ en un recital, un sábado de febrero, ella se levanto muy temprano muy emocionada, su madre le dio de desayunar unos waffles con miel de maple, sus favoritos. Muy puntual la llevo al teatro para el último ensayo general. Sus amiguitas fueron llegando de una en una antes de que las dejaran entrar. A las 9 en punto abrieron el teatro, debían cerrarlo a las 14 horas ese sábado, ese día para la pequeña todo fue felicidad, había bailado desde que se levanto hasta las 14 horas. Eran ya las 16 horas, sólo quedaban fuera del teatro la maestra de ballet y la pequeña.
En la avenida por fin se veía llegar la camioneta de mama, apresurada toco el claxon ferozmente. La niña pequeña corrió y se subió al coche, la maestra se acerco lentamente bastante molesta, la señora no se bajo de la camioneta. Con un grito se disculpó, y se alejo.
Esa noche mamá decidió dormir en la cama de su pequeña hija, la pequeña se sentía muy cómoda en los brazos de su mamita. La recamara matrimonial aun se desangraba y en días parecía que la casa estaba deshabitada. La pequeña no comprendía, su mama no la dejaba alejarse de su habitación, su mama no la dejaba acercarse a la recamara de sus padres. Estoy seguro que no hay derecho señora, no hay derecho de salir con miedo a la calle. Una semana después decidió llevar a su pequeña con la maestra, no dijo una sola palabra durante el viaje. Al llegar a la escuela de ballet le ordeno a la pequeña quedarse en la camioneta, bajo y le dijo algunas palabras a la maestra. Después de unos minutos la señora se acercó a la camioneta y le dijo a la pequeña: -Baila mi niña. Sé la mejor de todo el mundo. Mami tiene que irse por un tiempo.- Y se fue en la camioneta.
Habían pasado cerca de 10 años de eso, la bailarina ahora tenía 21 años, ella estaba segura que su mamita había hecho lo correcto, aunque tuviera que pagar por ello desde ese día. Al principio, antes de cambiar de compañía teatral la podía ir a visitar, ahora es de las mejores bailarinas del país, y debe estar de gira en gira, ya no puede visitarla tan seguido. Lo bueno es que a su madre tiene momentos de lucidez en los que las encargadas del lugar le permiten hacer llamadas a su hija.
Hoy ella ya ha dejado todo eso en el pasado, o eso es lo que ella piensa, cada vez que tiene un problema… ella baila, baila hasta no poder mas. Lo hizo cuando corto con ese chico hace unos años, y desde esos días se ha mantenido lejos de personas como él, gente que miente por un trozo de calor. Ella se ha refugiado ahora en sus nuevas compañeras, porque sabe que ellas no son sus amigas, compiten contra ella, algunas de las maneras más denigrantes
Nunca fue la mejor bailarina, jamás logro tener la parte principal del espectáculo, a pesar de llevar más años que cualquier otra, la ruta para ella es difícil. A veces ella se pregunta si las demás tomaran atajos, o si es que acaso ellas se les facilitará el viaje… no lo sabe, ella sigue trabajando más que las otras, sin temor, sin ninguna duda que algún día esos esfuerzos se verán recompensados.
Al fin el tiempo y sus mareas hicieron que su compañera encargada de la pieza principal estaba indispuesta, una lesión, tal vez, una pelea con el director más creíble. Pero después de muchos años nuestra protagonista iba a ser la solista de la compañía más importante del país. Era un sábado de febrero, cerca de las 19 horas, se podía sentir un olor a tierra mojada en el ambiente. La obra está a punto de comenzar, suena su celular, debe ser su madre deseándole suerte. Ella no sabe que su hija hoy será protagonista.
Levanta su celular, no es la voz de su madre la que escucha. Sin pensarlo dos veces sale del lugar para tomar un taxi que la lleva hasta la central camionera. Compra un boleto para la ciudad, quince minutos después sale el camión. No había pasado ni media hora desde que salió del teatro cuando suena su celular nuevamente. Era el director de la compañía, estaba despedida y vetada de cualquier otra compañía de baile, no le había avisado a nadie que se iba, los había dejado sin una sola explicación, sin vestuario y sin posibilidad alguna de conseguir nueva protagonista. No lo tolerarían. Una vez que había llegado al hospital psiquiátrico, la peor noticia de su vida llego a sus oídos, su madre había conseguido su cometido.
Ella no sabe qué hacer era la única familia con la que ella contaba. Y ahora no tiene, nada, se quedo completamente sola en la vida. Rápidamente pensó en bailar, fue lo único que vino a su mente, intento escaparse de los problemas. No le quedo ni siquiera eso…
Decidió quedarse en un hotel a dos cuadras del psiquiátrico, lo único bueno es que el psiquiátrico tiene un seguro de vida, que por lo menos cumple todos los gastos de este tipo de desgracias. De tal manera que ella no tuvo que preocuparse por atender esos asuntos. Seguramente le hizo falta hacer eso, eran ya algunos días en la recamara del hotel, no salía, no comía como aquellas veces, no tenía necesidad de ello. Necesita bailar mucho; pero ya no quería hacerlo.
Un noche de esas, salió de su habitación por fin. Eran como las 12 en la oscuridad, estaba tan hambrienta que la obligo a levantarse. Si se hubiese callado el ruido esa noche, si acaso esa noche hubiera ido a la pijamada de sus amigas, tal vez otra cosa hubiera sido. Si se hubiese callado el ruido esa noche, si acaso esa noche su mamita no le hubiera reclamado a su padre, tal vez otra cosa hubiera sido.
Esa noche caminó hasta donde encontró una habitación abierta, de donde salía un poco de luz, de esperanza,, ella no sabía si se trataba de un sueño más, ella no sabía lo que se encontraría al abrir esas puertas. Simplemente no sabía que estaba haciendo allí, era mágicamente atraída hasta ese lugar, no podía escuchar siquiera la lluvia caer, sólo podía escuchar a su madre gritar. Como saber lo que pasaba a sus escasos 21 años. La oscuridad le imponía, el miedo reapareció, comenzó a ver mounstros, y fantasmas, de golpe regresaron todos. Esa noche caminó hasta la habitación de limpieza, como si estuviera hipnotizada por esos gritos. Ella abrió esa puerta de madera.
Entro en silencio, se encontró con algunas botellas, varias tenían símbolos rojos y amarillos, calaveras y declaraciones de precaución. Sintió un escalofrió por toda su espalda, los gritos eran cada vez más fuertes. Yo no sé si ella confundió las botellas por comida, no lo creo. Pero ella dejo de sentir hambre.
Venia del baño, el encargado buscando una escoba y una cubeta, esa noche la lluvia no dejaba de caer, y las fugas no dejaban de gotear. Del otro lado del pasillo la miro, yo no sé si desde ese instante se enamoro, pero al verla hubo un silencio, se detuvo a lo lejos para admirarla. Ella estaba caminando como sonámbula, para él era incluso divertido. La siguió en silencio, entro en la habitación de limpieza, el no sabía que pasaba, y no quería enterarse. Se acerco caminando tranquilamente; a unos metros de la puerta pudo verla en el suelo. Corrió, la encontró con una botella de veneno en la mano derecha. Él grito, y pidió ayuda. Saco su celular y le hablo a su amigo, el encargado de la seguridad del hospital que esta a unas pocas cuadras.
La ambulancia no tardó, el viaje fue rápido, llegando al hospital le pidieron una identificación de la paciente, no llevaba identificación alguna. Malditos burócratas, no la quieren atender si no están seguros de recibir un jugoso pago. Él saco su pequeña tarjeta de ahorros.
-Es mi esposa, yo me hago cargo.-